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«¿Cuánto cuesta a una empresa un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE)?» – Guía completa 2021

Coste de un ERTE para la empresa

Un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) es una medida que puede adoptar una empresa para hacer frente a situaciones de crisis, como la actual pandemia de COVID-19. Sin embargo, esta medida tiene un coste tanto para los trabajadores afectados como para la propia empresa. En este artículo, analizaremos el coste de un ERTE para la empresa y qué aspectos debe tener en cuenta antes de tomar esta decisión.

Costes directos

El coste directo de un ERTE para la empresa se refiere a los pagos que debe realizar a los trabajadores afectados durante el período de suspensión de sus contratos. Durante este tiempo, los trabajadores pueden tener derecho a percibir prestaciones por desempleo, que suelen estar a cargo del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en España. Sin embargo, la empresa debe abonar a los trabajadores afectados una cantidad adicional para completar su salario, si así lo establece el convenio colectivo o la propia empresa.

Este coste directo puede variar en función del número de trabajadores afectados, su salario y la duración del ERTE. Además, la empresa también debe tener en cuenta los costes asociados a la gestión administrativa del ERTE, como los trámites ante el SEPE y la documentación necesaria para formalizar la suspensión de los contratos de trabajo.

Costes indirectos

Además de los costes directos, un ERTE también puede generar costes indirectos para la empresa. Por un lado, la suspensión de contratos puede afectar a la productividad y la capacidad de la empresa para llevar a cabo su actividad habitual. Esto puede traducirse en una disminución de los ingresos y un aumento de los costes fijos, como el alquiler de instalaciones o el pago de suministros.

Por otro lado, un ERTE puede tener un impacto en la imagen y la reputación de la empresa. La adopción de esta medida puede interpretarse como un signo de debilidad o inestabilidad, lo que puede afectar la percepción de los clientes, proveedores y otros actores del entorno empresarial. Esto, a su vez, puede traducirse en una disminución de las ventas, la pérdida de contratos o el deterioro de las relaciones comerciales.

Asimismo, un ERTE puede tener un impacto en el clima laboral y la motivación de los trabajadores que no están afectados por la medida. La incertidumbre sobre el futuro de la empresa, el miedo a perder el empleo o la falta de perspectivas de mejora pueden generar un ambiente tenso, desmotivador y poco productivo en la empresa.

Medidas alternativas

Antes de adoptar un ERTE, la empresa debe valorar si existen medidas alternativas que puedan mitigar los efectos de la crisis y evitar la suspensión de contratos. Por ejemplo, la empresa puede recurrir a la reducción de jornada, la modificación de condiciones de trabajo o la aplicación de vacaciones o días de descanso. Asimismo, la empresa puede valorar la posibilidad de recurrir a ayudas públicas, subvenciones o líneas de financiación para empresas en situación de crisis.

Además, la empresa debe tener en cuenta la posibilidad de negociar con los representantes de los trabajadores o los propios empleados para llegar a acuerdos que permitan reducir los costes laborales sin recurrir a la suspensión de contratos. Estos acuerdos pueden incluir la renegociación de salarios, la aplicación de medidas de flexibilidad laboral o la participación en programas de formación o reciclaje profesional.

Aspectos legales y administrativos

La adopción de un ERTE está sujeta a una serie de requisitos legales y procedimientos administrativos que la empresa debe cumplir para evitar posibles sanciones o conflictos legales. Por ejemplo, la empresa debe comunicar el ERTE a los representantes de los trabajadores con antelación y negociar de buena fe las condiciones de aplicación de la medida. Asimismo, la empresa debe presentar ante la autoridad laboral competente la documentación necesaria para formalizar la suspensión de contratos, así como cumplir con las obligaciones de información y notificación a los trabajadores afectados.

Además, la empresa debe tener en cuenta las consecuencias legales y fiscales del ERTE, como la tributación de las prestaciones por desempleo abonadas a los trabajadores afectados, las bonificaciones en las cotizaciones a la Seguridad Social o las posibles reclamaciones por parte de los trabajadores afectados. Por tanto, la empresa debe contar con el asesoramiento legal y fiscal necesario para garantizar el cumplimiento de todas las obligaciones y reducir al mínimo los riesgos legales y financieros.

Conclusiones

En resumen, el coste de un ERTE para la empresa no se limita a los pagos directos a los trabajadores afectados, sino que también incluye costes indirectos, administrativos y legales que pueden afectar la viabilidad y la reputación de la empresa. Por tanto, la adopción de esta medida debe ser cuidadosamente evaluada y planificada, teniendo en cuenta tanto los aspectos económicos como los aspectos legales, administrativos y de gestión del capital humano.

En este sentido, es recomendable que la empresa cuente con el asesoramiento de profesionales expertos en materia laboral, fiscal y de gestión empresarial para tomar la decisión más acertada en función de su situación concreta y minimizar los costes y riesgos asociados a la adopción de un ERTE.

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